Cambian de color con la temperatura. O el viento. O la la luz. O algo. El tema es que ahora son negros, ahora son ¿naranjas? Anda que no chanan.
Cambian de color con la temperatura. O el viento. O la la luz. O algo. El tema es que ahora son negros, ahora son ¿naranjas? Anda que no chanan.
¿Qué pasa? ¿Acaso a los chalecos no les faltan las mangas? Pues ya está. A esto le falta la espalda. Hay gente que no es friolera, oye.
No entiendo esta foto de cintura para abajo. No de MI cintura para abajo, no sé si por suerte o por desgracia, pero todavía tengo el cerebro en su sitio. No entiendo lo que pasa de SU cintura para abajo. ¿Es una minifalda con ultra raja? ¿Una bermuda monopernera? No lo pillo.
Delante, detrás, apoyada sobre una pared, en medio de la nada, subida a una escalera, tumbada en una rampa, con piernas, sin piernas, con pies, sin pies, de metro cincuenta, de dos metros y medio… Y lo bueno es que todo eso ¡lo hace a la vez!
En tiempos de crisis es una opción recurrir a la tienda de abajo. Incluso para campañas de marcas internacionales. Lo que no quiere decir que haya que desentenderse del resultado, claro.
He aquí la prueba.
Se me ocurre que los dependientes les sacarán expresamente los bolsos y los zapatos a la calle porque está claro que por las puertas no pasan.
Visto en el catálogo de Longchamp, pero es que la semana pasada actualizaron con el de primavera.
La taza te la estampan mejor en el metro. Y la masa tumultuosa del fondo tampoco cumple unos mínimos.
Aquí para ver en grande.