Virgencita, virgencita…

Guapa, rica, famosa, adicta a la cirugía y tan cándida que se creyó que le iban a dar duros a cuatro pesetas. El fantástico método anti-age del Dr Daniel Serrano, alias Jiffy Lube, resultó ser lubricante de motor y así le fue a la pobre.

No es la única, por supuesto. Hoy en día lo raro es que alguien no sepa de una amiga o conocida que ha pasado por quirófano por problemas respiratorios a causa del tabique nasal, para ponerse pecho o quitarse caderas. Las Clínicas han encontrado un filón y el borreguismo humano otra forma más de torturarse.

Vaya por delante que mientras a mí no me obliguen, respeto que cada cuál haga lo que le dé la gana con su cuerpo, pero, vistos el antes y el después de todos los casos mundanos que conozco, afirmo que en ninguno he apreciado una mejora a nivel físico. Ninguno. Otra cosa es que psicológicamente salgan reforzados y como al final ahí es donde reside el verdadero problema, pues vale. Pues de acuerdo. Aún así, si de mí dependiera, impondría como condición previa a la operación, varias sesiones de psicoterapia porque se actúa con una ligereza y una alegría escandalosas.

Y cuidado que vienen curvas: el último grito en EEUU que ya empieza a calar a este lado del charco, como no podía ser de otra manera, una aberración que denominan cirugía íntima.

En fin. Os cuelgo algunos ejemplos de famosas (y famosos) a los que más les hubiera valido aficionarse a bailar chotis con hipopótamos cabreaos que al botox y la silicona.